La fatiga por compasión es un término que comenzó a ser usado en la década de los 90, después de que el psicólogo Charles Figley observara una serie de síntomas que se daban en común entre los profesionales de salud. Algunos de éstos eran: miedo, culpa por no poder ayudar o salvar a los pacientes, ansiedad, estrés, desesperanza, desinterés, falta de atención o anhedonia. Además, también se daban síntomas somáticos como agotamiento, falta de energía, insomnio o dolor.
La compasión: arma de doble filo
La compasión (del latín cumpassio, calco semántico o traducción del vocablo griego συμπάθεια (sympathia), significa literalmente «sufrir juntos» o «tratar con emociones …». Es un sentimiento humano que se manifiesta desde el contacto y la comprensión del sufrimiento de otro ser. Más intensa que la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el sufrimiento del otro, y el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa.
La fatiga por compasión también es conocida como desgaste por empatía. Cabe señalar que no aparece como tal en los manuales de diagnóstico oficiales.
Es una reacción de estrés bastante común en los profesionales sanitarios, educación o de cualquier tipo de profesión cuya finalidad sea CUIDAR. Así pues, es un tipo de estrés resultante de la relación de ayuda terapéutica, de la empatía y del compromiso emocional. NOTA: también puede afectar a quienes tienen mascotas.
Es una reacción de estrés (distrés) bastante común en los profesionales sanitarios, de educación o cualquier tipo de profesión cuya finalidad sea CUIDAR.
Fatiga por compasión: síntomas
La fatiga por compasión es el resultado final de un proceso progresivo y acumulativo que es causado por el contacto prolongado, continuo e intenso con los pacientes, el uso de uno mismo, y la exposición al estrés. Se produce por un desequilibrio entre la energía compasiva y los procesos restaurativos, disminuyendo la capacidad de recuperación. Este padecimiento se comporta en algunos de sus signos como si de un TEPT se tratase, pudiendo presentar los siguientes síntomas:
- Cansancio y/o sensación de que el descanso no es reparador.
- Dolores difusos debido a tensiones musculares.
- Percepción de escasa capacitación profesional.
- Reexperimentación: el cuidador siente que revive el hecho traumático, pese a que no fue el protagonista del mismo.
- Evitación: con aislamiento afectivo o físico de las demás personas.
- Hiperactivación: tensión y alerta constante.
- Se produce debido al pobre auto cuidado, a un trauma del pasado no resuelto, a la incapacidad o la negativa para controlar los factores del estrés y a la falta de satisfacción en el trabajo.
- Sentimiento de falta de esperanza.
Algunos factores de riesgo son: pobre auto cuidado, incapacidad o negativa para controlar los factores del estrés y falta de satisfacción en el trabajo. Algunas ideas que empiezan por “Tengo que…” pueden ser promotoras de este tipo de conductas.
Fatiga por compasión: 9 claves
Como siempre, conviene reflexionar acerca de si necesitamos ayuda profesional, ya que cuando hablamos de fatiga por compasión, no solo estamos hablando de haber llegado a nuestros límites, sino que probablemente estamos hablando de haberlos rebasado. Sin embargo, podemos seguir algunas pautas que nos pueden ayudar, son las siguientes:
- Ser consciente de las limitaciones propias.
- Saber compartir los sentimientos y sufrimientos.
- Pedir información y actuar en consecuencia.
- Permitirse poder tomar distancia del paciente.
- Ponerse objetivos a corto plazo.
- Buscar la motivación intrínseca: la recompensa es la acción de cuidar.
- Pedir ayuda y colaboración (cuando pueda ser).
- Aceptar que el objetivo no es solo la curación.
- Perdonarse para neutralizar la culpa.
Conclusión
Una mayoría de los profesionales cuyo trabajo está basado en el cuidado de otras personas (ya sea de manera física, psicológica o ambas) acabará sufriendo desgaste por empatía o fatiga por compasión alguna vez a lo largo de su trayectoria profesional, es por esto que tener en cuenta los diferentes factores es fundamental para buscar la prevención y/o mitigar los síntomas derivados de la actividad profesional. El camino a recorrer supone aumentar la importancia que nos concedemos no solo como profesionales, sino también como personas, es decir, el autocuidado.