117 experimento stanford
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117 experimento stanford
Hablemos de Psicologia
117. Experimento Stanford
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¡Buenas tardes! Estamos aquí una semana más para conocer y explicar curiosidades y temas de psicología con nuestro psicólogo de cabecera Vicente Seguí. Hoy vamos a hablar de un experimento, el experimento de la prisión de Stanford. Vicente ¿qué puedes decirnos?

¡Hola Pepa! Pues si, hablamos un día más de experimentos en psicología, hoy en concreto del experimento de la prisión de Stanford, éste fue un estudio realizado por el psicólogo Philip Zimbardo en 1971. El objetivo del experimento era investigar cómo las personas responden a las situaciones de poder y subordinación.

¡Suena interesante! Fue como un juego de roles ¿no?

Se realizó en 1971 e involucró a 24 estudiantes universitarios en la Universidad de Stanford. Los participantes fueron divididos en dos grupos: guardias y presos. Los guardias tenían poderes de castigo y control, mientras que los presos estaban encerrados en celdas y debían seguir reglas y normas estrictas. La investigación fue diseñada para estudiar la dinámica de la prisión y la forma en que los participantes respondían a las situaciones de poder y control. Hay que decir dos datos interesantes: la cosa no terminó bien y en 2015 se hizo una película/documental sobre el tema.

Has dicho que “la cosa no terminó bien” ¿a qué te refieres?

Si, El llamado “experimento de la cárcel de Stanford” llegó a niveles tan perversos que debió suspenderse menos de una semana después de comenzar. En total duró seis días. Cuando debería haber durado unas dos semanas. Identificaban a los prisioneros con números, evitando llamarlos por su nombre, los enviaban constantemente a confinamiento solitario, los desnudaban, los obligaban a hacer flexiones, a dormir sobre el suelo, les ponían bolsas de papel sobre sus cabezas y los obligaban a hacer sus necesidades en baldes.

“El primer día que llegaron, era una pequeña prisión instalada en un sótano con celda falsas. El segundo día ya era una verdadera prisión creada en la mente de cada prisionero, cada guardia y también del personal”, declaró Zimbardo a la BBC en 2011, cuando se cumplieron 40 años desde su famoso experimento.

experimiento stanford

Un poco fuerte lo que sucedió…

Pues sí Pepa, te comento, que finalmente las conclusiones fueron las siguientes: 

  • La banalidad del mal: El experimento mostró cómo la situación y las roles asignados a los participantes podían influir en su comportamiento, incluso hasta el punto de que participantes que en otras circunstancias serían considerados “buenos” se convertían en “malos” en el contexto de la prisión.
  • El papel del liderazgo de identidad: Los resultados del experimento también sugirieron que el papel del liderazgo de identidad es un factor clave en la explicación de cómo las personas adoptan roles y comportamientos en diferentes situaciones.
  • La influencia del papel y la situación: El experimento mostró que la asignación de roles y la situación en sí podían tener un gran impacto en el comportamiento de las personas, incluso a pesar de que los participantes eran voluntarios y sabían que estaban participando en un experimento.

Es impresionante lo de este experimento ¿Esto significa que siempre es así en las cárceles, por ejemplo?

La verdad es que no, Pepa, desde el experimento de la prisión de Stanford, se han realizado estudios posteriores. Uno de estos estudios es el llamado “Experimento de la Prisión de la BBC”, que obtuvo resultados totalmente distintos de los descritos por Zimbardo y colaboradores en el Experimento de la Prisión de Stanford. Quizás hablemos de éste experimento en otra ocasión.

Muchas gracias por tu tiempo, Vicente. ¿Dónde podemos encontrarte?

Pues Pepa, podéis encontrarme en Més Que Salut Dénia a mí y a mi compañera Claudia (psicóloga), en c/Ondara s/n y en el teléfono 630 65 91 66.

Referencias:

  • Zimbardo, P. G. (1972). The Stanford prison experiment: A simulation study of the psychology of imprisonment. In C. G. McClintock & S. S. Avison (Eds.), Crime and justice: An annual review of research (Vol. 1, pp. 29-121). New York: Academic Press.
  • Zimbardo, P. G. (2007). The Lucifer effect: Understanding how good people turn evil. New York: Random House.
  • Zimbardo, P. G., & Leavy, P. (2004). Visión crítica de la explicación de la tiranía basada en los roles: pensando más allá del Experimento de la Prisión de Stanford. Journal of Social Psychology, 44(1), 1-15.
  • Haslam, S. A., & Reicher, S. D. (2020). Revisitando el concepto de la banalidad del mal desde la perspectiva del liderazgo de identidad. Journal of Social and Political Psychology, 59(3), 345-359.
debate en política

Nuestras opiniones y actitudes en política son una parte importante de quiénes somos y cómo construimos nuestras identidades. Por lo tanto, si te pido tu opinión sobre el cuidado de la salud, no solo la compartirás conmigo, sino que probablemente resistirás cualquiera de mis intentos de persuadirte de otro punto de vista. De la misma manera, sería extraño que te preguntara si estás seguro de que lo que dijiste en realidad era tu opinión. Si algo nos parece cierto, son nuestras propias actitudes. Pero, ¿y si este no fuera necesariamente el caso?

En un experimento reciente, se demostró que es posible engañar a las personas para que cambien sus puntos de vista políticos. De hecho, se pudo hacer que algunas personas adoptaran opiniones que eran directamente opuestas a las originales. Estos hallazgos implican que debemos repensar algunas de las formas en que pensamos sobre nuestras propias actitudes y cómo se relacionan con el clima político polarizado actual. Cuando se trata de las actitudes políticas reales que tenemos, somos considerablemente más flexibles de lo que pensamos.

Las causas de la polarización

Un poderoso factor de configuración de nuestros mundos sociales y políticos es cómo están estructurados por pertenencia grupal e identidades. Por ejemplo, los investigadores encontraron que los mensajes morales y emocionales sobre temas políticos polémicos, como el feminismo y el cambio climático, se difunden más rápidamente dentro de redes ideológicamente afines que entre otras. Este problema de la cámara de eco parece empeorar por los algoritmos de las empresas de redes sociales que nos envían contenido cada vez más extremo para adaptarse a nuestras preferencias políticas.

Normalmente, también estamos mucho más motivados para razonar y argumentar protegiendo nuestros propios puntos de vista o los de nuestro grupo. De hecho, algunos investigadores argumentan que nuestras capacidades de razonamiento evolucionaron para cumplir esa misma función. Este estudio reciente ilustra esto muy bien: los participantes a quienes se les asignó seguir cuentas de Twitter que retuitearon información que contenía puntos de vista políticos opuestos a los suyos con la esperanza de exponerlos a nuevos puntos de vista políticos. Pero la exposición fracasó: aumentó la polarización en los participantes. Simplemente sintonizar a los republicanos en MSNBC, o a los demócratas en Fox News, sólo podría amplificar el conflicto. ¿Qué podemos hacer para que las personas abran sus mentes?

El truco, por extraño que parezca, es hacer que la gente crea que la opinión contraria a los tuyos para empezar.

La explicación: ceguera de elección

El experimento se basó en un fenómeno conocido como ceguera de elección. Se descubrió la ceguera a la elección en 2005 por un equipo de investigadores suecos, éstos presentaron a los participantes dos fotos de caras y les pidieron que eligieran la foto que pensaran que era más atractiva, y luego les entregaron esa foto a los participantes. Usando un ingenioso truco inspirado en la magia escénica, cuando los participantes recibieron la foto, se cambió a la persona no elegida por el participante—la foto menos atractiva.

Sorprendentemente, la mayoría de los participantes aceptaron esta tarjeta como su propia elección y luego procedieron a dar argumentos a favor de por qué ellos habían elegido esa cara en primer lugar. Esto reveló un sorprendente desajuste entre nuestras elecciones y nuestra capacidad para racionalizar los resultados. Desde entonces, este mismo hallazgo se ha replicado en varios dominios, incluidos gusto por la mermelada, decisiones financieras, y el testimonio de un testigo visual.

Si bien es notable que se pueda engañar a las personas para que elijan una foto atractiva o un dulce en el momento, los investigadores se preguntaron si sería posible usar esta retroalimentación falsa para alterar las creencias políticas de una manera que resistiría el paso del tiempo.

debate en politica
Debate en política.

En el experimento, primero se dio retroalimentación falsa sobre las elecciones de los participantes, pero esta vez sobre cuestiones políticas reales (por ejemplo, impuestos climáticos sobre bienes de consumo). Luego se les pidió a los participantes que expresaran sus puntos de vista por segunda vez ese mismo día y nuevamente una semana después. Los resultados fueron sorprendentes. Las respuestas de los participantes cambiaron considerablemente en la dirección de la manipulación. Por ejemplo, aquellos que originalmente habían estado a favor de impuestos más altos eran más propensos a estar indecisos o incluso a oponerse.

Estos efectos duraron hasta una semana después. Los cambios en sus opiniones también fueron mayores cuando se les pidió que dieran un argumento, o racionalización, para su nueva opinión. Parece que dar a las personas la oportunidad de razonar reforzaba la retroalimentación falsa y las alejaba aún más de su actitud inicial.

Programados para defendernos ¿o no?

¿Por qué cambian las actitudes en nuestro experimento? La diferencia es que ante el falso feedback, las personas se liberan de los motivos que normalmente las llevan a defenderse o defender sus ideas de las críticas externas. En cambio, pueden considerar los beneficios de la posición alternativa.

Para comprender esto, imagina que has elegido un par de pantalones para usar más tarde en la noche. Tu compañero entra y critica tu elección, diciendo que deberías haber elegido los azules en lugar de los rojos. Es probable que te pongas a la defensiva con respecto a tu elección y la defiendas, tal vez incluso te afiances más en tu elección de pantalones rojos.

Ahora imagina en cambio que tu pareja cambia los pantalones mientras estás distraído, en lugar de discutir contigo. Te das la vuelta y descubres que habías elegido los pantalones azules. En este caso, necesitas reconciliar la evidencia física de tu preferencia (los pantalones en tu cama) con lo que sea que dentro de tu cerebro normalmente te hace elegir los pantalones rojos. Tal vez cometiste un error o tuviste un cambio de opinión que se te olvidó. Pero ahora que los pantalones están colocados frente a ti, será más fácil ponértelos y seguir preparándote para la fiesta. Cuando te miras en el espejo, decides que estos pantalones te quedan muy bien después de todo.

Lo mismo sucedió en el experimento que sugirió que las personas tienen un grado bastante alto de flexibilidad sobre sus puntos de vista políticos una vez que se eliminan las cosas que normalmente los ponen a la defensiva. Sus resultados sugieren que necesitamos repensar lo que significa mantener una actitud. Si nos damos cuenta de que nuestras actitudes políticas no están grabadas en piedra, nos resultará más fácil buscar información que pueda cambiarlas.

La  humildad y el diálogo como alternativa

No existe una solución rápida para la polarización actual y el conflicto entre partidos que desgarra este país y muchos otros. Pero comprender y aceptar la naturaleza fluida de nuestras creencias podría reducir la tentación de fanfarronear sobre nuestras opiniones políticas. En cambio, la humildad podría volver a encontrar un lugar en nuestra vida política.

Referencias:

Traducido y adaptado de:

  • Pärnamets,Jay, P. (2018, November 20). How Political Opinions Change. Scientific American. https://www.scientificamerican.com/article/how-political-opinions-change/

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