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Para vosotros no es ninguna novedad que os informe de que, a día de hoy, el porcentaje de personas que consumimos pornografía es muy alto. Ya sea por diferentes razones; disfrutar de un buen momento de sexualidad con nosotros mismos, con nuestras parejas, o por qué no, también para aprender o coger algunas ideas sobre cuáles deberían ser esos “truquitos” para hacer disfrutar al máximo tanto a nosotros mismos como a nuestro acompañante en la cama a la hora de tener sexo real.

Pero, después, ¿se parecen en algo el porno y la vida sexual real?

Si ya has experimentado lo que es el consumo de pornografía, y tener una experiencia sexual real, puede que te hayas dado cuenta de algo: No funcionan igual. 

Y digo puede… porque en algunos casos ni siquiera es así, y tardas en descubrir cómo funciona en realidad. Sobre todo al principio, cuando empiezas a experimentar sexualmente… y resulta que tu única referencia ha sido el porno. 

A falta de una apropiada educación sexual, podemos recurrir a innumerables recursos; libros, páginas webs concretas y especializadas, algún profesional,… Sin embargo, la fuente a la que casi todos acabamos recurriendo es la pornografía. 

La pornografía no es ni mala, ni buena, pero debemos tener claro que mayormente es ficción. Una ficción que crea unas altas expectativas que luego nosotros pretendemos aplicar a la realidad, consiguiendo normalmente sólo una cosa; frustración cuando empezamos a descubrir que las cosas no funcionan así.

La comunicación

En el sexo es muy importante la comunicación: Saber qué le gusta a tu pareja sexual, qué no le gusta, oír sus indicaciones, pedirlas si nos encontramos perdidos, aceptar cuándo algo le resulta incómodo, preocuparnos por el disfrute mutuo e individual, tomarnos nuestro tiempo en ello… etcétera.

Sin embargo, comunicar es algo que no acostumbramos a hacer la mayoría, ya sea antes, durante, o después de tener una relación sexual. 

Este es uno de los aspectos del sexo real donde la pornografía ha influido mucho. No encontramos esta clase de comunicación en los vídeos porno. Parece que los actores son adivinos y que ya saben qué le gusta y qué no a su pareja sexual. Y todo es excitación, placer, y orgasmos maravillosos y continuos. 

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El golpe de realidad

Pero claro, ¿qué sucede cuando intentas imitar lo que sucede en la pornografía, en  tus relaciones sexuales, y no hay comunicación?

Si vemos que nuestra pareja sexual no está constantemente gimiendo a un volumen considerable, podemos preguntarnos (mentalmente, porque en el sexo no se comunica); “¿le estará gustando?”, “¿por qué no gime más?”, “¿lo estaré haciendo mal?”… 

Son preguntas que nos causan inseguridad. Sin pretenderlo nos estamos cargando de una responsabilidad que no nos corresponde, porque no estamos teniendo en cuenta que en la pornografía, mayormente, los actores fingen, y la gran mayoría de las escenas están editadas. 

Inseguridad

Inseguridad es lo que “nos aplasta” y lo que corremos el riesgo de sentir también cuando tenemos como única referencia la pornografía. 

Porque claro, ¿qué sucede si mi miembro no me parece tan grande como el de los actores?, ¿o si mis pechos no me parecen tan bonitos como los de la mayoría de las actrices? Porque parece que el tamaño sí que importa… cuando en realidad no

O ¿qué pasa si no soy capaz de aguantar, y mantener una relación sexual, sin parar, durante “X” tiempo? Cuando en realidad, hay días en los que podemos alargar más, o menos, las relaciones sexuales, según lo que necesitemos, pero eso sí… normalmente con pausas. Porque es muy difícil que no aparezcan molestias por pérdidas de lubricación, y prácticamente irreal que cualquiera de las dos partes aguante con el “mete y saca” durante, al menos, media hora. 

¿Y si tengo un “gatillazo”, eyaculo demasiado rápido, o no lubrico lo suficiente? Un pene flácido, o incomodidad por falta de lubricación es algo que nunca suele verse en las películas porno, y si hemos aprendido que así debe ser, que pueda pasar en nuestro dormitorio es vergonzoso. Cuando lo cierto es que es algo normal, y pasa bastante a menudo. En la mayoría de los aspectos, esto tiene que ver con los preliminares; algo muy importante e inexistente en el porno, donde parece que llegan al nivel más alto de excitación con sólo mirarse e intercambiar cuatro palabras. Todo parece instantáneo. 

Los preliminares hacen que nos sintamos cómodos, que cojamos confianza. Son los que nos ponen a tono, y los que propician una más satisfactoria experiencia sexual. 

El orgasmo

Y la guinda del pastel: ¿Qué nos sucede si nuestra pareja sexual no tiene varios, o un orgasmo a lo largo del sexo,… o incluso al acabar nos confiesa que no lo ha sentido?

Porque en la pornografía el orgasmo siempre llega. Así que probablemente estemos haciendo algo mal: Y de nuevo nos echamos peso e inseguridad a la espalda, cuando eso es algo que desde luego no pasa en el sexo real. 

Cuando estás teniendo sexo pueden darse múltiples factores que hagan que no llegues al orgasmo; puede que tu cuerpo no esté en su mejor momento para llegar al orgasmo, puede que los preliminares no hayan durado demasiado, puede que hayas empezado a sentir molestias, puede que no haya habido la suficiente comunicación, que incluso te de un tirón o si lo haces en verano sin aire acondicionado, un golpe de calor. 

Por no hablar de que a la mayoría de las mujeres no nos basta simplemente con la penetración para llegar al orgasmo, y que necesitamos también de otros tipos de estimulación.

Hay múltiples factores que pueden propiciar que no siempre llegues al orgasmo y eso es normal. Además, no llegar al orgasmo no siempre conlleva a que ya no hayamos disfrutado esa relación sexual. 

En conclusión… debemos tener claro que por mucho que nos guste la pornografía y nos proporcione algunos minutos de placer momentáneo, es muy importante que no olvidemos, para estar en calma con nuestras posteriores relaciones sexuales, que en su mayoría la pornografía es ficción, y que en absoluto podemos compararlo con lo que luego es mantener una relación sexual real con alguien. 


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