-Control de pensamientos- Imagínate que eres la conductora de un autobús con muchos pasajeros. Es un autobús con una única puerta de entrada, y solo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y además, tienen una apariencia peligrosa.
Imagina que mientras conduces, algunos pasajeros comienzan a amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, si tienes que girar a la derecha, si ahora más rápido, si luego más despacio, etcétera. Incluso te insultan y desaniman; “¡eres un mal conductora!”, “¡fracasada!”, “nadie te quiere…”
Todo esto te hace sentir muy mal e intentas hacer casi de todo para pedirles que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así puedas conducir tranquilamente.
Algunos días te cansas de sus amenazas e insultos, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes, discutes y discutes, te enfrentas y te enfrentas con ellos. Sin darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, dejar de conducir y por lo tanto, dejar de ir a ninguna parte. Los pasajeros son muy fuertes y resisten, no puedes bajarlos del autobús, así que, resignado, vuelves a tu asiento y conduces por donde ellos te mandan, solamente para aplacarlos y hacer que te dejen en paz un rato.
Algunos días te cansas de sus amenazas e insultos, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes, discutes y discutes, te enfrentas y te enfrentas con ellos.
De este modo, para que no te molesten y para no sentirte mal, empiezas a hacer todo lo que te indican, a dirigir el autobús por donde te dicen, todo para no tener que discutir con ellos…
¡Haces lo que te gritan! cada vez antes, cada vez más rápido, para poder sacarlos del autobús y tener un rato de paz. Muy pronto, casi sin darte cuenta, ellos, los pasajeros, ni siquiera tendrán que decirte por dónde ir ni qué hacer, ya que lo harás tú misma automáticamente, para evitar que éstos se echen encima de ti y te amedrenten.
Empezarás a justificar tus decisiones de modo que casi creerás que ellos ya no están en el autobús, convenciéndote de que estás llevando el autobús por la única dirección posible.
- Quizás no te has dado cuenta, pero el poder de los pasajeros se basa en amenazas tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires y te sientas mal”.
- Quizás no te hayas dado cuenta de que realmente, eso es lo único que pueden hacer.
- Quizás no hayas caído en que estos pasajeros son en realidad tus pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida.
Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros –pensamientos y sentimientos muy negativos-, piensas que pueden hacerte mucho daño, y por eso aceptas el trato y haces lo que te dicen para que te dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les puedas ver. Es verdad que intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad has perdido la dirección del autobús o de tu vida, pero ¡ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar! No olvides que la conductora eres tú. Que no decidan tus pasajeros por ti.
La Real Academia define metáfora como: “Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión”.
La metáfora en psicología
Las metáforas son ideas, conceptos e incluso imágenes que representan un hecho o idea en forma de fábula o historia, de manera que resulte mucho más comprensible para el espectador.
Muchas veces en consulta, los psicólogos nos enfrentamos a la situación de tener que explicar conceptos -ya sean más o menos concretos- a las personas, con el fin de que estas puedan seguir avanzando en su proceso terapéutico (lo llamamos psicoeducación). Sin embargo, a veces las personas pueden presentar dificultades para comprender tales conceptos, es entonces cuando la metáfora como recurso realiza su papel.
La anterior metáfora “El conductor de autobús” es una metáfora bien conocida dentro de la Terapia de aceptación y compromiso (en inglés ACT). En esta metáfora se trata de explicar el papel que ejercen los pensamientos negativos -o mejor dicho, desadaptativos- sobre los sentimientos, conductas y pensamientos propios. Además, habla también de los efectos que tiene el hecho de intentar controlarlos sin más: “De este modo, para que no te molesten y para no sentirte mal, empiezas a hacer todo lo que te indican, a dirigir el autobús por donde te dicen, todo para no tener que discutir con ellos…”.
¿Controlas tus pensamientos o tus pensamientos te controlan a ti? La clave del des-control
El control de pensamientos es algo de lo que se ha hablado y se habla actualmente en psicología. Es normal que te preocupe tener pensamientos negativos ya que estos te hacen sentir mal. Sin embargo, el problema puede no ser tanto los pensamientos sino el hecho de tener la sensación de falta de control sobre ellos.
El problema puede no ser tanto los pensamientos sino el hecho de tener la sensación de falta de control sobre ellos.
Debemos ser realistas, una no puede sentirse siempre bien. Este tipo de pensamiento hedonista-felicidad-permanente -con el que la sociedad no para de bombardearnos- está fuera de la realidad, ya sea objetiva o subjetiva.
La aceptación de la idea de que una misma puede permitirse tener momentos de desasosiego, de tristeza, de ansiedad e incluso de depresión es clave. Dicho de otra forma, no se trata de intentar huir de las emociones desagradables, sino de aceptarlas tal y como son.
En cierto modo, la clave no es intentar controlar, sino algo distinto, aceptar el des-control.
Pero volvamos a la anterior metáfora, donde también se brindan principios de soluciones: “Quizás no te hayas dado cuenta de que realmente, eso es lo único que pueden hacer”. Una vez más, perder el temor, aceptar que podemos sentirnos mal (a pesar de la aparente paradoja) y no sobreestimar el poder de los pensamientos, puede ayudarnos a sentirnos mejor.
Permitirte estar triste también es una forma de autocuidado y de respeto hacia una misma. No olvides que la conductora eres tú. Que no decidan tus pasajeros por ti.