¡Hola Vicente! Bienvenido una semana más a la SER DÉNIA para ayudarnos una seman más a comentar temas sobre la psicología que siempre resultan muy interesantes. Esta semana vamos a hablar sobre ¡Instagram! Bueno, al menos esta semana sí que conozco la palabra…
¡Hola Pepa! Encantado como siempre de compartir con vosotros un poco de conocimiento sobre psicología. Pues si, esta semana vamos con esta red social, a ver qué cosas podemos encontrar.
Cabe decir que las redes sociales son herramientas, pero que hoy nos vamos a centrar mayoritariamente en la parte oscurade esta red social.
Muy bien, pues adelante Vicente ¿qué podrías decirnos?
Pues mira Pepa, voy a comentar unos datos rápidamente:
En 2017, se recogió en un estudio elaborado por la Royal Society of Public Health (RSPH) y la Universidad de Cambridge recoge que el 91% de la juventud de entre 16 a 24 años usa internet para meterse en redes sociales mientras que las tasas de ansiedad y depresión entre este colectivo ha aumentado un 70%.
Vicente ¿quiere decir que las redes sociales empeoran la salud mental de los jóvenes?
No exactamente, pero sí que podrían influir y modular (aumentar o disminuir) tanto causas como síntomas que pueden provocar ansiedad y/o depresión.
Entiendo ¿qué más podrías decirnos?
Según este estudio:
- Los jóvenes (británicos) de entre 14 y 24 años creían que Instagram tiene efectos perjudiciales en su bienestar.
- El uso de la plataforma exacerbó la ansiedad y la depresión, la falta de sueño, les expuso a intimidación/abuso y creó preocupaciones sobre su imagen corporal y “FOMO” (Fear Of Missing Out=miedo a quedarse desconectado del resto).
Pues vaya… sí que es cierto que en ocasiones, incluso los adultos podemos padecer este tipo de síntomas ¿verdad?
Por supuesto Pepa, los adultos, aunque ya disponemos de más herramientas de gestión -en especial los que nos hemos criado antes de la era de internet-, no somos inmunes a estos efectos y muchas veces podemos caer en ellos. De hecho, es cada vez más frecuente tratar en consulta el tema del móvil, que muchas veces aparece como un motivo no consciente de problemas de estrés y ansiedad.
Llegados aquí, imagino que las respuestas pueden ser obvias pero ¿qué podemos hacer al respecto?
Algo tan sencillo y tan complejo como: desconectar.
¿Cómo podemos llevar a cabo esta desconexión? Unas pequeñas pautas que nos pueden ayudar:
- Estableciendo horarios de consulta del móvil.
- Configurar notificaciones (en la mayoría de los casos ya vienen incluidas en el propio sistema) de alerta de tiempo de uso de pantalla/aplicaciones.
- Dejar el móvil en casa cuando salgamos a dar un paseo o con los amigos y descubrir que las 7 plagas de Egipto no van a suceder porque no llevemos el móvil con nosotros.
¡Tendremos estas recomendaciones en cuenta! ¡muchas gracias Vicente una semana más! ¿Dónde podemos encontrarte?
Me podéis encontrar en vicentesegui.es y en redes sociales @visepsicologia.