mental health

Nota: Este post aparece hoy no por error. Dicen que “en casa del herrero cuchillo de palo”. No es el caso. No pude sacarlo antes porque precisamente, estaba cuidando mi propia salud mental. Estoy segura de que sabréis entenderlo ¡gracias!

Hoy, 10 de octubre, queríamos celebrar el Día Mundial de la Salud Mental, ¿y qué mejor forma de hacerlo que ofrecerte unas pautas para el autocuidado del día a día?

La celebración del Día Mundial de la Salud Mental el 10 de octubre es una iniciativa de la Federación Mundial de la Salud Mental (WFMH, en sus siglas en inglés).

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, fundada en 1948), la salud mental “es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos.

La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. Es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes”.

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Autocuidado.

¿Qué cosas puedo hacer para tener en cuenta y cuidar mi salud mental?

1. Cuida tu salud física

Cuidar de tu salud física tiene un impacto muy positivo en tu mente y en tu cuerpo. Aliméntate bien, haz ejercicio físico, cuida las tensiones, contracturas o dolores que puedas sentir en tu cuerpo, realiza alguna actividad física que te guste, que te haga desconectar, y que recargue tu energía y refuerce el autocuidado.

2. Haz cosas que te gratifiquen y produzcan bienestar

Parece simple y evidente, pero en un mundo como este, donde nos gobiernan las prisas y el estrés, a veces se nos olvida dedicarnos esos momentos de paz, tranquilidad, y de autocuidado. Escucha a tu cuerpo y a ti mismo/a. Reflexiona más acerca de aquello que necesitas hacer, en lugar de aquello que crees que deberías hacer.

3. Conecta con tus seres queridos

Permítete escuchar y ser escuchado, abrazar y ser abrazado, apoyar y ser apoyado…

Permítete construir relaciones sanas, donde exista una responsabilidad afectiva que se de por ambas partes.

Acércate a esas personas que sientes que dan bienestar a tu vida, y no temas alejarte de aquellas que perturban y desequilibran esa tranquilidad.

4. Identifica y valida tus emociones

No niegues ni bloquees tus emociones. No las reprimas, no huyas de ellas… No te exijas tener que estar bien, ni tener que poder con todo día a día, y continuamente. Es agotador, e imposible.

Comprender y expresar cómo te sientes es muy importante. Todas las emociones son válidas y surgen para decirte algo.

Apóyate, acompáñate, y sé comprensivo contigo mismo/a.

Practica la asertividad. Sé amable contigo mismo/a, y con los demás. Gestionar las emociones de manera adecuada es un factor significativo del autocuidado.

5. Resalta las cosas buenas y no sólo las malas

Equilibra el peso. Normalmente le damos más importancia o prestamos más atención a las cosas negativas que a las cosas positivas que nos suceden o hacemos.

Un autocuidado eficaz comporta tener en cuenta el agradecimiento.

“Aunque no todos los días sean buenos, podemos encontrar algo bueno todos los días”.

Si crees que necesitas ayuda para cuidar de tu salud mental, no dudes en contactarnos.

Ramírez, W., Vinaccia, S., & Gustavo, R. S. (2004). El impacto de la actividad física y el deporte sobre la salud, la cognición, la socialización y el rendimiento académico: una revisión teórica. Revista de estudios sociales, (18), 67-75.

Davidson, L., & González-Ibáñez, À. (2017). La recuperación centrada en la persona y sus implicaciones en salud mental. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría37(131), 189-205.

fatiga por compasión

La fatiga por compasión es un término que comenzó a ser usado en la década de los 90, después de que el psicólogo Charles Figley observara una serie de síntomas que se daban en común entre los profesionales de salud. Algunos de éstos eran: miedo, culpa por no poder ayudar o salvar a los pacientes, ansiedad, estrés, desesperanza, desinterés, falta de atención o anhedonia. Además, también se daban síntomas somáticos como agotamiento, falta de energía, insomnio o dolor.

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46 fatiga por compasión
Hablemos de Psicologia
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46. Fatiga por compasión
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Compasión y cuidar. Actos tremendamente humanos que no están exentos de contratiempos. Cuando nos dedicamos a ello, podemos perder la perspectiva: centrarnos tanto en los demás como para #olvidarnos de #nosotros mismos. Esta semana hablamos de lo que le puede ocurrir a todas aquellas personas que cuidan.

¡Último programa de la temporada!

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vicente segui psicologo terapia online skype

¿Qué es?

En la terapia online -tan efectiva como la presencial- se produce el mismo contacto real entre el cliente y el terapeuta, solo que en un espacio virtual. A pesar de que cada día está más implantada, es cierto que a día de hoy todavía existen reticencias para muchas personas cuando se trata de esta modalidad de terapia. Para Muchas personas y terapeutas la utilizan tanto de forma aislada como complementándola a la terapia presencial.

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vicente segui psicologo denia autocuidado

“Primero van todos y después yo” ¿Te suena? El autocuidado es considerado por la OMS como “la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover, prevenir y mantener mantener la salud frente a las enfermedades y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica”.

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control pensamientos negativos

-Control de pensamientos- Imagínate que eres la conductora de un autobús con muchos pasajeros. Es un autobús con una única puerta de entrada, y solo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y además, tienen una apariencia peligrosa.

Imagina que mientras conduces, algunos pasajeros comienzan a amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, si tienes que girar a la derecha, si ahora más rápido, si luego más despacio, etcétera. Incluso te insultan y desaniman; “¡eres un mal conductora!”, “¡fracasada!”, “nadie te quiere…”

Todo esto te hace sentir muy mal e intentas hacer casi de todo para pedirles que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así puedas conducir tranquilamente.

Algunos días te cansas de sus amenazas e insultos, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes, discutes y discutes, te enfrentas y te enfrentas con ellos. Sin darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, dejar de conducir y por lo tanto, dejar de ir a ninguna parte. Los pasajeros son muy fuertes y resisten, no puedes bajarlos del autobús, así que, resignado, vuelves a tu asiento y conduces por donde ellos te mandan, solamente para aplacarlos y hacer que te dejen en paz un rato.

control pensamientos negativos

Algunos días te cansas de sus amenazas e insultos, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes, discutes y discutes, te enfrentas y te enfrentas con ellos.
De este modo, para que no te molesten y para no sentirte mal, empiezas a hacer todo lo que te indican, a dirigir el autobús por donde te dicen, todo para no tener que discutir con ellos…

¡Haces lo que te gritan! cada vez antes, cada vez más rápido, para poder sacarlos del autobús y tener un rato de paz. Muy pronto, casi sin darte cuenta, ellos, los pasajeros, ni siquiera tendrán que decirte por dónde ir ni qué hacer, ya que lo harás tú misma automáticamente, para evitar que éstos se echen encima de ti y te amedrenten.

Empezarás a justificar tus decisiones de modo que casi creerás que ellos ya no están en el autobús, convenciéndote de que estás llevando el autobús por la única dirección posible.

  1. Quizás no te has dado cuenta, pero el poder de los pasajeros se basa en amenazas tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires y te sientas mal”.
  2. Quizás no te hayas dado cuenta de que realmente, eso es lo único que pueden hacer.
  3. Quizás no hayas caído en que estos pasajeros son en realidad tus pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida.

Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros –pensamientos y sentimientos muy negativos-, piensas que pueden hacerte mucho daño, y por eso aceptas el trato y haces lo que te dicen para que te dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les puedas ver. Es verdad que intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad has perdido la dirección del autobús o de tu vida, pero ¡ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar! No olvides que la conductora eres tú. Que no decidan tus pasajeros por ti.

La Real Academia define metáfora como: “Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión”.

La metáfora en psicología

Las metáforas son ideas, conceptos e incluso imágenes que representan un hecho o idea en forma de fábula o historia, de manera que resulte mucho más comprensible para el espectador.

Muchas veces en consulta, los psicólogos nos enfrentamos a la situación de tener que explicar conceptos -ya sean más o menos concretos- a las personas, con el fin de que estas puedan seguir avanzando en su proceso terapéutico (lo llamamos psicoeducación). Sin embargo, a veces las personas pueden presentar dificultades para comprender tales conceptos, es entonces cuando la metáfora como recurso realiza su papel.

La anterior metáfora “El conductor de autobús” es una metáfora bien conocida dentro de la Terapia de aceptación y compromiso (en inglés ACT). En esta metáfora se trata de explicar el papel que ejercen los pensamientos negativos -o mejor dicho, desadaptativos- sobre los sentimientos, conductas y pensamientos propios. Además, habla también de los efectos que tiene el hecho de intentar controlarlos sin más: “De este modo, para que no te molesten y para no sentirte mal, empiezas a hacer todo lo que te indican, a dirigir el autobús por donde te dicen, todo para no tener que discutir con ellos…”.

¿Controlas tus pensamientos o tus pensamientos te controlan a ti? La clave del des-control

El control de pensamientos es algo de lo que se ha hablado y se habla actualmente en psicología. Es normal que te preocupe tener pensamientos negativos ya que estos te hacen sentir mal. Sin embargo, el problema puede no ser tanto los pensamientos sino el hecho de tener la sensación de falta de control sobre ellos.

El problema puede no ser tanto los pensamientos sino el hecho de tener la sensación de falta de control sobre ellos.

Debemos ser realistas, una no puede sentirse siempre bien. Este tipo de pensamiento hedonista-felicidad-permanente -con el que la sociedad no para de bombardearnos- está fuera de la realidad, ya sea objetiva o subjetiva.

La aceptación de la idea de que una misma puede permitirse tener momentos de desasosiego, de tristeza, de ansiedad e incluso de depresión es clave. Dicho de otra forma, no se trata de intentar huir de las emociones desagradables, sino de aceptarlas tal y como son.

En cierto modo, la clave no es intentar controlar, sino algo distinto, aceptar el des-control.

Pero volvamos a la anterior metáfora, donde también se brindan principios de soluciones: “Quizás no te hayas dado cuenta de que realmente, eso es lo único que pueden hacer”. Una vez más, perder el temor, aceptar que podemos sentirnos mal (a pesar de la aparente paradoja) y no sobreestimar el poder de los pensamientos, puede ayudarnos a sentirnos mejor.

Permitirte estar triste también es una forma de autocuidado y de respeto hacia una misma. No olvides que la conductora eres tú. Que no decidan tus pasajeros por ti.

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